jueves, 24 de marzo de 2011

Un mal sueño.

Estás inmerso en tus sueños. Puede que estés relajado, puede que angustiado, quizá extasiado. Al fin y al cabo, los sueños te trasladan a la magia de la irrealidad, y en ellos ves reflejadas tus ansias, tus miedos, tus sinsentidos... Disfruto realmente recordando aquéllo que sueño, viendo como mi cerebro y su materia gris pasean por cada recóndito rincón de la mente intentando traspasar ese escaso 10 por ciento que usamos, y sin embargo casi nunca soy capaz de retener siquiera una imagen de esos maravillosos senderos por los que la almohada ha guiado a mis conexiones nerviosas. Además, sé que serían grandes recuerdos, ya que las pocas veces que he sido capaz de vislumbrar mis viajes nocturnos por los sueños, la sátira, el esperpento y la imaginación me sacan de mi rutina de escasa imaginación y cosas predecibles del mundo real. Hasta hace poco yo mismo decía que si dormías mucho también perdías tiempo para vivir, pero bueno, de vez en cuando es agradable echarse una siesta y simplemente, viajar más allá de tus propios límites.

Sin embargo, hay veces que surgen las llamadas pesadillas, de las cuales sólo recuerdo una en toda mi vida, bueno, más bien hasta ayer, cuando se produjo mi segundo sueño desagradable, no pesadilla, pero sí un sueño que distaba de hacerme empezar el día con una sonrisa. Mucha gente sueña con fechas o compromisos que tiene en breve, lo que le ha pasado durante el día... en resumen, con la vida real. A mi esto si que no me había pasado nunca, bueno, repito, hasta ayer. Ambas cosas se mezclaron para dar lugar a lo que me aconteció en la mente. Ponedme veinte años más y así comenzaba todo. Yo, encerrado en una burbuja en el medio del sueño, y a mi alrededor gente pasando, todos en pareja. En un torreón, un reloj que cada vez se aceleraba más, hasta el punto de casi desprenderse de la pared de la velocidad a la que iba, y, en la burbuja, ninguna puerta para . Yo creo que todos tenemos esa incertidumbre de si alguna vez encontraremos a alguien, y la esperanza de que así sea, la cual en mi no disminuye ni con cincuenta mil sueños de éstos, pero una vez despierto y pensando, realmente no me gustaron los derroteros por los que mi pensamiento me obligaba a ir. Realmente, sólo tengo 19 años, pero lo que hasta hace poco me parecía una chorrada manifiesta, este sueño me ha hecho verlo desde otra perspectiva, que aunque ni mucho menos debe llegar hasta tal extremo de exageración, me lleva a un punto medio, y a centrarme en él.

Es increíble como alguna idea repentina puede trastocarte la cabeza tanto, pero bueno, es típico del ser humano cambiar de parecer sobre las cosas una vez vas creciendo, llamémoslo madurar, o llamémoslo X. Ahora, ahí va la clave, que tu madurez, o por decirlo así, la nueva dimensión en la que puedas ir viendo las cosas con el tiempo, nunca te robe ese puntito de inocencia, de ilusión. Y, como ya he dicho en más de una ocasión, la vida puede ser maravillosa, y normalmente lo bueno se hace esperar, así que simplemente estate listo para recibirlo con los brazos abiertos y en ningún momento tires la toalla.

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